Historia

Sin duda alguna este proyecto nació años atrás. Llegué a Brasil en Marzo de 2011 sin saber hablar ni una sola palabra de portugués y prácticamente sin dinero. El motivo de mi traslado, el nacimiento de mi hija en Abril de 2011. Durante los primeros meses y muy bien acogido por mi ex familia política, me dediqué enteramente a cuidar de mi hija por completo.

Aprovechando mi tiempo libre inicié un curso de cocina que duró dos meses en la “Casa do Chef” de la ciudad de Búzios (Río de Janeiro), donde aprendí varias recetas de la cocina brasileña, francesa e italiana. Esta formación me fue muy útil para encontrar trabajo posteriormente.




A los seis meses, cuando más o menos sabía comunicarme en portugués, fui contratado como maitre en un restaurante de cocina mediterránea dentro de un Resort en Búzios (RJ). El lugar era enorme, lujoso y fantástico. Además del restaurante que sería mi nuevo puesto de trabajo había también un japonés, otro italiano y un Buffet libre.




Yo nunca había trabajado en hostelería, siempre había desempeñado labores administrativas o comerciales y no tenía ni idea del funcionamiento de un restaurante, ni mucho menos liderar un equipo de hostess y camareros. Fui contratado por el mero hecho de de hablar varios idiomas; español, inglés, mi recién aprendido portugués y algunas frases de italiano.




Durante la primera semana, hice un curso de gestión y administración de bares y restaurantes, y sin más empecé a trabajar. El día a día me resultó apasionante, aprendí muchísimo de diferentes variedades culinarias, ya que ocasionalmente los maitres, cambiábamos nuestros puestos e intercambiábamos los restaurantes.



Después de seis meses de duro trabajo el director del Resort con el que entablé una trato cordial, me ofreció salir de A&B (Alimentos y Bebidas) para mejorar mi posición en un puesto de la recepción llamado “Leader Guest Relations”.




Básicamente mi labor era agradar a los clientes ofreciéndoles champán, frutas o chocolates, todo muy bien presentado. Coordinar a los mensajeros que conducían carritos de golf y resolver los problemas que pudieran surgir. Fue una etapa interesante en la que también disfruté mucho pero supuso un paréntesis en mi aprendizaje culinario.

Al hablar de hoteles y restaurantes de lujo puede parecer que mi sueldo era muy elevado, pero no era así en absoluto. El salario era bajo y a penas podía contribuir dignamente en los gastos familiares, así que pensando en que podía hacer para ganar más dinero se me ocurrió la idea de organizar unos eventos llamados SABOR FLAMENCO.

En el único día libre que tenía a la semana, los miércoles, me decidí a organizar unas reuniones con un menú cerrado en el que los comensales podrían disfrutar de una degustación de platos típicos españoles: Tosta de salmorejo, pimiento de piquillo y anchoa. Tosta de tortilla de patata. Croquetas de jamón y pollo. Pimientos rellenos de bacalao y gambas. Y como plato principal Paella de marisco. Todo regado con vinos españoles que previamente había metido en el país en mis maletas y había ido almacenando poco a poco.



El problema es que no tenía donde hacer dichas reuniones. Mis ex suegros, gente muy amable y generosa, se ofrecieron a dejarme el jardín de su casa para organizar las reuniones. Compré sillas y mesas de madera, manteles, copas y mandé hacer unos cuadros con una mujer flamenca vestida de rojo en varias posturas diferentes. Todo muy tradicional y con el típico reclamo para los turistas que van a España.

Ocurrió que en el último momento pensaron que no era buena idea exponer la intimidad de la casa a personas extrañas, cosa que encontré razonable dada la inseguridad del país. Y finalmente nunca pudo producirse ahí la inauguración.

Fue meses más tarde cuando conocí a la dueña de una posada cercana en el barrio de Braga, la zona residencial de Cabo Frío (Río de Janeiro), y conversando un día decidimos asociarnos.




Dicho lugar tenía un jardín amplio con piscina y acordamos que yo organizaría los eventos allí y la pagaría una cantidad fija por el alquiler.

Hubo dos eventos en el que participaron amigos y conocidos de la madre de mi hija y también amigos de la dueña de la posada.

Ambos fueron un fracaso y no tardando mucho las relaciones se rompieron por temas personales.  Solo volví a hablar con ella una sola vez para venderla las mesas y las sillas.

Con intención de sacarme “la espinita”, más adelante organicé el que sería el último SABOR FLAMENCO.

Descubrí que el reclamo perfecto para que el evento funcionara era regalar el vino, ya que a Brasil llega muy poco vino español y es muy caro. Como yo lo tenía de contrabando no me importó regalar tres botellas, si con ello conseguía llenar la sala. Realmente con servir a ocho personas ganaba la mitad de un mes trabajando en el Resort.

Aprovechando la sala de eventos del edificio donde vivíamos organicé el salón utilizando sillas y mesas de plástico reutilizando la misma decoración. En este sitio no podría dar continuidad a las cenas ya que estaba prohibido lucrarse usando espacios comunitarios.

Decidí ofrecer un menú inspirado en el norte de España con Tosta de anchoa del mar Cantábrico, Setas con gambas, Pulpo a la Gallega y Fabada Asturiana. De postre peras al vino con helado de vainilla.

La noche fue un éxito total y obtuve un aplauso de los comensales. Este sería mi premio de consolación de lo que fue un proyecto totalmente fallido.

Aquí murió SABOR FLAMENCO pero ahora sé que en este instante se produjo el nacimiento del BLOG DO PAPAI EDU.

Tenía mucho que decir y, a modo de juego, la madre de mi hija comenzó a grabarme en la cocina mientras yo cocinaba. En aquel momento no tenía ningún sentido hacer un montaje con los vídeos, pero ahora, desde la distancia, quiero dedicárselos a mi amada hija Ana María.